La estatua al Padre Cámara


Mientras D. Joaquim Morelló, el farmacéutico creador de las famosas "pastillas Morelló" que curaban resfriados, tos, bronquitis, asma, ronquera, abscesos pulmonares, etc., vagaba por Salamanca fotografiando sus principales monumentos, descubrió una molesta empalizada en la Plaza de Anaya que impedía el encuadre perfecto de la Catedral Nueva. Sabía que se trataba de los preparativos para la inauguración de la estatua de un obispo muy querido y recordado en la ciudad, el Padre Cámara. La estatua llegaría a la ciudad el día 30 de abril de 1910 y se pensaba inaugurar el 17 de mayo. Él ya no estaría aquí. ¡Qué cony! La empalizada quedaría para la posteridad.


Una empalizada en la plaza de Anaya. Joaquim Morelló,1910


La estatua, dedicada al que fuera obispo de Salamanca, Tomás de Cámara y Castro (Padre Cámara), fue costeada mediante suscripción popular por iniciativa de D. Juan Montero presidente del Circulo de Obreros. Era obra del escultor Aniceto Marinas García (Mozoncillo (Segovia), 1866 - Madrid, 1953) y fue colocada, en la plaza de Anaya, sobre un pedestal concebido por el arquitecto Enrique María Repullés (Madrid, 1845 – Madrid, 1922).


D. Juan Montero. Promotor de la
estatua. El Lábaro 17-05-1910

Aniceto Marinas, hacia 1910.
EL NORTE DE CASTILLA

El 17 de mayo de 1910 tuvo lugar la inauguración en un acto de gran solemnidad con la asistencia de las principales personalidades de la ciudad.
Tras la función religiosa en la Catedral oficiada por el obispo de Plasencia, D. Francisco Jarrín, con oración fúnebre del obispo de Pamplona, Fray José López agustino como P. Cámara, y responso del obispo de Salamanca, Padre Valdés, las comisiones e invitados pasaron al espacio central de la plaza de Anaya que las fuerzas de seguridad se afanaron en mantener despejado, a pesar de la gran afluencia de gente. En la parte norte de la plaza se encontraba un escuadrón de Caballería del Regimiento de la Albuera, en traje y equipo de gala, con escuadra de batidores y banda de trompetas, al otro lado de la plaza se situó un piquete de la Guardia Civil. Sonaron las cornetas y se rindió la bandera, tras lo cual, desde la tribuna derecha, la Sr. Condesa de Val tiró del cordón que hizo caer la cortina que ocultaba la estatua. Tras los aplausos llegó la hora de los discursos que fueron pronunciados por el Sr. obispo de Salamanca y el gobernador Sr. Cembrano.


Inauguración de la estatua del Padre Cámara. Venancio Gombau. 1910


El Monumento al Padre Cámara
por Enrique María Repullés y Vargas


 ¿A quién mejor que al insigne Prelado salmantino, el R. P. Cámara, puede aplicarse aquella frase de Horacio? Pero no dicha ni pensada por él, como aquel poeta la dijo de sí mismo, porque su gran modestia se lo impedía, sino aplicada por nosotros á su obra en esta vida. Sí; él mismo, por sus virtudes, su inteligencia y sus obras, ha erigido el monumento en su honor mucho más hermoso, más grande y más expresivo que cuántos pudiéramos nosotros elevar á su imborrable memoria. Quédense para otros talentos, para plumas mejor templadas, la enumeración y el estudio de aquellas virtudes y de las múltiples y variadas obras á que aplicó su gran entendimiento el insigne Obispo de Salamanca. Decídase alguno, de los que pasaron la vida á su lado, oyéndole á cada momento, penetrados de sus sentimientos y aleccionados por sus enseñanzas, á escribir su biografía, que constituirá un libro de provechoso ejemplo y de elevado estímulo para todos, que yo solamente, y por deferir al ruego del ilustrado director de este periódico, habré de limitarme á describir sumariamente el monumento que va á erigirse en su honor en Salamanca, costeado por suscripción popular, iniciada por el Círculo de Obreros de dicha ciudad, á la cual llevamos nuestro óbolo artístico el eminente escultor Marinas, y el que esto escribe, favorecidos ambos por la amistad y por las distinciones del ilustre Prelado, razón por la cual hemos reputado como deber ponernos, desde luego, al servicio de la idea en honor á aquella gran figura del episcopado español. ¡Lástima que el pedestal no que se responda á la estatua! Y digo esto, no sólo en sentido figurado por no ser el monumento, por bueno que fuera, digno del personaje á quien se dedica, sino también en el sentido recto ó literal de la frase, por ser en el que me ocupa muy superior la obra de Marinas al pedestal que ha de sustentarla. Consta éste de un plinto cuadrado de piedra granítica de dos metros setenta centímetros de lado y. un metro de altura, decorado con zócalo y pequeña cornisa y terminado por planos inclinados, de los cuales arranca un dado, también de planta cuadrada, con dos metros setenta centímetros de lado en su base y tres metros de altura, que habrá de construirse de piedra franca. Teniendo en cuenta el sitio en que ha de implantarse, el carácter que debe ostentar el monumento y las ideas artísticas del Obispo, me ha parecido que el estilo más apropiado para aquél era el ojival florido, ó más bien plateresco, que es el de la Catedral salmantina, llamada nueva, adaptado en cierto modo á la forma y proporciones del pedestal. Está éste constituido, en su parte principal, por sendos pilares en sus cuatro ángulos, compuestos cada uno por tres columnillas con sus capiteles y basas, separadas por planos, que insisten sobre doble molduraje, decorado con frondas, formando basamento, y sostienen una cornisa, también decorada, la cual, así como el basamento, resalta sobre los pilares, acentuando su función resistente. Dejan éstos entre sí espacios, recuadrados por pares de pequeñas columnas, que sostienen arcos trilobados conupiales, también adornados con frondas y rematados por una cruz el del frente, y por florones los restantes. Dichos espacios estarán cubiertos por grandes losas de mármol blanco. En la del frente, decorada en su parte inferior con palmas y laureles, se inscribirá la dedicatoria del monumento; en las de los costados se representarán las dos grandes construcciones acometidas por el ilustre Prelado, á saber: la Basílica á Santa Teresa de Jesús, en Alba de Tormes, y la iglesia de San Juan de Sahagún, en Salamanca. Finalmente, en la lápida posterior, se consignarán los principales libros escritos y publicados por el P. Cámara.
Coronará al pedestal una ojival crestería con flameros en los ángulos, y de ella arrancan cuatro planos inclinados, con imbricaciones, para sostener el plinto donde se asienta la estatua. Pero como toda obra artística ha de tener en mi pobre opinión su significación y su carácter simbólico, yo, propagandista de estas ideas, no he podido prescindir de dar aquel carácter á un monumento. Y así, en su ancha base granítica, he querido expresar la extensión y la solidez de los conocimientos, é ideas del Prelado; en las molduras adornadas del basamento y cornisa del lado la belleza de su elocución; en los cuatro pilares angulares y los flameros que los coronan, las cuatro Virtudes Cardinales, norma de su conducta; en los espacios que dejan entre sí, la Religión católica, que inspiró todos sus actos y que le dedica el monumento; la Fe, que le hizo erigir, el templo de San Juan de Sahagún; la Esperanza, puesta en Dios al emprender la construcción de Basílica teresiana, y la Candad, por último, que dio origen á publicaciones, ya para enseñanza desinteresada de las gentes, ya en loor de Santos que, por esta misma caridad, llegaron á los altares. Las imbricaciones que decoran la terminación del pedestal son, por fin, emblema, según la tradición cristiana, de la aspiración de las almas al cielo. Sobre el descripto pedestal ha de elevarse la estatua de Marinas, el reputado escultor, tan conocido del pueblo salmantino, autor de los soberbios bajorrelieves del templo de San Juan de Sahagún y de tantas esculturas laureadas en exposiciones nacionales y extranjeras. La obra de Marinas se distingue por su carácter de finura y elegancia, y este carácter poséele en alto grado la estatua del P. Cámara. El autor, que tanto le conocía y tan bien le recuerda en sus gestos y actitudes, le ha representado en la postura que tan habitual le era cuando hablaba familiarmente: con el manteo terciado para dejar libre el brazo derecho, sujeto con el izquierdo, que cae naturalmente á lo largo del cuerpo, y en esta mano el sombrero y los guantes. Está el Obispo en actitud de hablar, avanzada algún tanto la pierna derecha, extendido el brazo del mismo lado y un poco elevado el busto, con la expresión en la cara del convencimiento de lo que dice y relevante parecido. Su altura es de unos dos metros, resultando muy en proporción con el pedestal; sobria en detalles, ampliamente concebida y de elegante factura; las ropas, sencillamente plegadas, moldean él cuerpo, que se adivina debajo de ellas, y en la actitud, en la expresión del semblante, se ve al orador insigne y al pensador profundo. Allí está el P. Cámara, el gran Obispo salmantino, el orador elocuente del Senado; parece
que se escucha su palabra, que vive y alienta. Tal es la hermosa obra de Marinas, que añadirá un triunfo más á su carrera artística. Con esa estatua poseerá el pueblo de Salamanca el fiel simulacro de aquel cuerpo y aquella cabeza que contuvieron en estrecha cárcel, alma tan grande y virtuosa, corazón tan piadoso, inteligencia tan potente y actividad tan extraordinarias como pocas veces se ven reunidas en una misma personalidad. ¡El mismo se elevó un monumento más duradero que el levantado por nosotros con piedras y mármoles!
E. M. Repullés y Vargas.


El Lábaro : diario independiente Año XIV Número 3973 - 1910 mayo 17



Como complemento al acto del descubrimiento de la estatua se celebró en el Paraninfo de la Universidad,a las 7 de la tarde, un homenaje literario a la figura del Padre Cámara. Presidido por el obispo de la Diocesis, el Padre Valdés, y con la presencia del rector Unamuno, del obispo de Pamplona Fray José López, del alcalde de Salamanca Sr. Diez, del gobernador Sr Cembrano, del obispo de Plasencia, Sr. Jarrín, y el de Ciudad Rodrigo, Sr. Barberá.
Asistieron también un elevado número de personalidades de la vida cultural, social y política de la ciudad siendo insuficiente el número de asientos para acomodar a todo el público asistente.
Durante el acto además de música, se leyó la memoria de los trabajos de ejecución de la estatua, además de varios discursos, pronunciados por el secretario de la comisión organizadora del homenaje, Sr. Reymundo; el canónigo don Tomás Redondo, y los PP. Conrado Muiños y Zacarías Martínez. D. Cándido Pinilla leyó varias poesías y el Sr. Olmos, hermano político del P. Cámara, dio las gracias en nombre de la familia por el homenaje.



Años después, en 1974, la estatua fue trasladada frente a la fachada principal de la Catedral Nueva, junto al Palacio Episcopal, en la plaza Juan XXIII. En el año 2005 el Cabildo Catedralicio solicitó el traslado de la estatua a su antiguo emplazamiento en la plaza de Anaya, traslado que no fue consumado.








fuentes:
La Ilustración Española y Americana del 30/05/1910
El Lábaro 17 y 18 de mayo de 1910
El Adelanto 17 y 18 de mayo de 1910