Plaza de Juan XXIII


Textos en preparación.


Plaza de Juan XXIII en el plano basado en
Francisco Coello de 1858 y en 2012













El Palacio Episcopal. Su construcción

El antiguo Palacio Episcopal, de fachada sencilla y de extrema desnudez de adorno, se encontraba en muy mal estado a fines del año 1885. Por razones de ornato y de lo que se espera en Salamanca de la residencia del señor obispo, se imponía, con urgencia, un arreglo. La extrema necesidad de la clase obrera finisecular fue también una razón de peso para el arreglo, su ejecución proveería de trabajo a una población destinada a padecer hambre y enfermedades. Como contrapartida el Obispo exigía un perfecto comportamiento católico a sus obreros, llegando a dotar de potestad al capataz de despedir a aquellos obreros incumplidores con su religión. Este tipo de obras, llamémoslas benéficas, fueron frecuentemente puestas en práctica por el Ayuntamiento y el Cabildo Catedralicio y en menor medida por la Universidad.
Pero, lo que en principio consistía en derribar la fachada y volverla a levantar, reformando alguna sección del viejo palacio, se convirtió finalmente en un proyecto de obra nueva. Los planos, elaborados por D. José Secall, se presentaron, como establecía la real Orden del 17 de Octubre de 1885, a la Comisión Provincial de Monumentos en febrero de 1886. Una vez superados los trámites burocráticos y mudados Obispo y oficinas de la diócesis al edificio de Calatrava, se inició la ejecución de la obra con la subasta, en marzo de 1887, para el derribo del viejo edificio. A la misma se presentaron cinco postores y resultó adjudicado a la mejor oferta por 17.242 pts. En julio de 1887, comenzó el derribo y en septiembre la construcción. Los primeros meses resultaron caóticos, quejándose vecinos y prensa del descuido con que se estaban acometiendo las obras, faltando seguridad y entorpeciendo el tránsito, por la acumulación de materiales de derribo y construcción, por las calles aledañas que, además, resultaron muy deterioradas. Las obras se extendieron durante cuatro años, dándose por concluidas en julio de 1891, iniciándose entonces la decoración interior que, por expreso deseo del Obispo, se realizó muy modestamente, quedando todas las paredes interiores pintadas al temple y solo decorándose las estancias dedicadas a recepciones públicas. La decoración de estas últimas corrió a cargo del Sr. Huebra que lo realizó a un módico precio.
Estando ya ocupado el edificio por el Obispo y las dependencias de la diócesis,  se realizó , en noviembre de 1892, la instalación de la luz  eléctrica