Calle Ancha


La orografía de la zona marca el trazado de esta calle: la confluencia de las aguas del Arroyo de los Milagros con otras escorrentías pluviales, procedentes de las direcciones que hoy señalan la Calle del Prior, la Calle Compañía y la Calle Ramón y Cajal, determina el inicio de la calle, para luego discurrir juntas, por la pendiente, buscando el encuentro con el Tormes. La entrada de la calle, poco más que un corredor por el que trascurría el cauce del arroyo, fue cerrada en el siglo XVIII, hasta que en 1883 se derribó el muro y se ensanchó la calle, de donde deriva el nombre de Calle Ancha, aunque por aquel entonces se denominaba Arroyo de las Agustinas.
Desembocaba en un entramado de calles medievales que conducían a la zona que más sufrió los desmanes de la Guerra de la Independencia, quedando prácticamente devastada. Desolación que perduró durante todo el siglo XIX y gran parte del XX, padeciendo la lacra del chabolismo, que poco a poco acabaría convirtiéndola en el "Barrio Chino".


Calle Ancha en el plano basado en
Francisco Coello de 1858 y en 2012
















¡Vaya con D. Pedro!

Pedro Calderón de la Barca vivió en esta calle, junto a la iglesia de la Purisima. Probablemente sobre el mismo solar en donde en 1881, don Cipriano Durán, procurador de los tribunales, levantó una casa de dos plantas que fue residencia y consulta de D. Filiberto Villalobos (Salvatierra de Tormes, 7 de octubre de 1879 - Salamanca, 13 de febrero de 1955) ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes durante la Segunda República Española.
Calderón de la Barca estudió en Saslamanca entre los años 1617 y 1619, donde se graduó en canones, pero no fue precisamente un alumno modelo, sino más bien un estudiante moroso y pendenciero, teniendo varios juicios que terminaron en embargo y prisión.
Dejamos aquí, un ameno retrato de estos hechos, escrito por el escritor y periodista José Delfín Val y publicado en "El Adelanto"